SUAVES CADENAS.
Llegó la brisa y nos llevó a los dos.
A un paraíso que nunca existió.
Dulce despedida, dulcísimo adiós.
Eterno hasta luego, ya nos veremos.
Me voy con el viento tal y como llegué.
Parte de tu vida es la que te compré.
Esa es mi condena y la tengo que sufrir.
Son tus suaves cadenas las que no me dejan vivir.
Esa es mi condena y la tengo que sufrir.
Son tus suaves cadenas las que no me dejan vivir.
Nada te debo, nada me puedes pedir.
Ya saldamos cuentas, déjame vivir.
No me pidas que vuelva, déjalo así.
Para qué empeorar, para qué morir.
Me voy con el viento tal y como llegué.
Parte de tu vida es la que te compré.
Esa es mi condena y la tengo que sufrir.
Son tus suaves cadenas las que no me dejan vivir.
Esa es mi condena y la tengo que sufrir.
Son tus suaves cadenas las que no me dejan vivir.
Adentrándonos de nuevo en el complejo mundo de las relaciones interpersonales, y es que nadie sabe nunca qué puede ser lo mejor. Lo que sí que está meridianamente claro es que es uno de los asuntos más complejos que hay que abordar a lo largo de nuestra existencia.
