FALDA ALEGRE.

Era una chica alegre, a la que todo el mundo quería conocer.
Siempre iba con una faldita que todos querían ver.
Decían que si soplaba un poco de aire la faldita se levantaría.
Y ella, pobrecita, nada podría hacer.

Llegó el guaperas y compró un abanico de los de todo a cien.
Se puso a hacer aire, y por más que se esforzó no pudo entender.
Que la bonita falda ni a la de tres se levantó.
Ya no sabía lo que hacer, nada más se le ocurrió.
Ni el guapo, ni el listo ni el fuerte, el más tonto lo consiguió.

Llegó el listo y a un ventilador le ató el abanico.
Le dio al interruptor y los dos se hicieron añicos.
Que desastre, la coqueta faldita por nada se levantó.
Ya no sabía lo que hacer, nada más se le ocurrió.
Ni el guapo, ni el listo ni el fuerte, el más tonto lo consiguió.

Llegó el fuerte del pueblo y buscó un huracán.
Compró los pasajes del avión y los dos lo fueron a buscar.
Pero qué decepción, todo menos la falda voló.
Ya no sabía lo que hacer, nada más se le ocurrió.
Ni el guapo, ni el listo ni el fuerte, el más tonto lo consiguió.

Llegó el tonto del pueblo y un fajo de billetes empezó a agitar.
Y aquella dulce brisa consiguió lo que no consiguió el huracán.
La faldita se levantó y nunca más se volvió a bajar.
Ni el guapo, ni el listo ni el fuerte, el más tonto lo consiguió.