EN TARROS DE MIEL.

Me siento en el umbral de tus ojos y pierdo el miedo.
Vuelo y esta noche tengo antojo de anidar en tu pelo.
Te huelo pero me marchito si no te tengo.
Y me balanceo depacito empujado desde dentro.

Y aunque a veces vuele bajo cojo altura si te veo.
Eres aire, eres refugio, eres agua en mi desierto.
Y aquí ando de nuevo con la penumbra perdido.
Esperando a que vuelvas y con tu luz vuelva a ver el camino.

Me echo a sonreír, al verte venir con la luna en tu ombligo.
Y en el aire cultivo palabras que voy a susurrarte al oído.
Me siento tan bien que pienso guardar en tarros de miel.
Todo lo vivido, para que cuando no estés.
Poder untar con algo dulce mi agrio vacío.

Empiezo a cocer, esto ya no es igual, ya no es lo mismo.
Ni parecido, que va, que va, que va.
Otra noche con la misma flor y cada noche un aroma.
Y cada noche, te guste o no, un color distinto.

Otra noche envuelto en tus hojas, tu alegría me moja.
Y yo soy esponja que lo absorbe todo, tu alegría me ennorta.
Y en tus hojas se aloja un dulce veneno y empiezo a subir.
De nuevo para arriba, buscando la vida.
Te voy a construir en el cielo un jardín sujeto con pinzas.

Donde ir a plantar flores para reír y cambiar mis temores.
Por suaves caricias y en una calá llegar hasta ti.
Y perderme en tu piel, sin dejar pistas.
Como en un tarro de miel.