EL TREN SE FUE.
Andando, maleta en mano, la frente en alto, siempre adelante.
Hacia la estación, todo acabó, la fiesta se terminó.
No pudo ser, se hizo todo, por encontrarles, por ayudarles.
Sangre, lágrimas y sudor fue lo que nos regalaron.
Por la ventanilla sollocé un adiós
Un amargo hasta nunca.
La puerta se cerró.
Ojalá algún día alguien pudiera conseguir,
Lo que hoy no pudimos, lo que nos negaron.
El tren se fue y a nadie esperó.
Se fue para siempre.
Para siempre nos dejó.
Miles de recuerdos en un viejo baúl.
Sueños e ideales con él se marcharon.
La vida sigue incontestable, la gente huye no sabe a dónde.
La historia no se acaba, sobran las palabras,
Todo en su sitio se quedó.
El horizonte expectante, el sol doliente nos agarra,
Nos aproxima y nos regala lo que siempre hemos de conservar.
Por la ventanilla…
En la vida, todo tiene un principio y todo tiene un final, todo empieza y todo acaba. Todo empieza con ilusión, con esperanza, y muchas veces, como una vela, aquella ilusión se va desvaneciendo por las más diversas circunstancias hasta sólo quedar pequeños recuerdos de todo lo que un día fue. Hay trenes que se van, y nunca volverán, y sólo sirven para dejar alguna canción que aún con el paso de los años, sigue retumbando en nuestra memoria.
